Si të bëhesh i krishterë?
¿Harías esta oración hoy mismo?
“Señor Jesús, reconozco que soy pecador, admito que no me puedo salvar a mí mismo. Gracias por morir en la cruz y llevar mi pecado. Creo que moriste por mí y recibo tu sacrificio a mi favor. A ser posible, deposito toda mi confianza de mí y de cualquier cosa que pueda hacer, en Ti. Te abro la puerta de mi vida y por fe Te recibo como mi Salvador y Señor. Gracias por perdonar mis pecados y darme vida eterna. Amén”.
He hecho esta oración y tengo algunas preguntas.
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Nos alegra que te interese leer este artículo y encontrar la respuesta a esta pregunta. Dios quiere que llegues a ser un cristiano genuino. Él desea que seas salvo de las consecuencias del pecado, no importa quién seas, o lo que hayas hecho.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que cree en El, no se pierda, sino que tenga vida eterna”.
(Juan 3:16).
Si quieres conocer a Dios personalmente, y si quieres el perdón de Dios por tus pecados, y si quieres que Dios te de Su don de vida eterna, debes saber que Él desea salvarte sin importar cuantos pecados hayas cometido, ni lo que hayas hecho, ni por cuánto tiempo lo hayas hecho.
El camino de Dios para salvación es el Evangelio de Jesucristo—o buenas nuevas. Existen algunas cosas en el Evangelio que debes conocer y creer.
1. Debes creer que Jesús es Dios Hijo, Cristo dijo:
“…porque si no creen que Yo soy, (Dios) morirán en sus pecados.” (Juan 8:24).
El Apóstol Pablo dijo acerca de Jesús:
“el cual, aunque existía en forma de Dios,( la palabra griega es jupárjo, que indica que antes que Jesús viniese a la tierra y después de Su nacimiento, Él siempre y continuamente ha existido en la forma de Dios), no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse ” (Filipenses 2:6).
Jesús dijo,
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9).
“En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy [Dios]” (Juan 8:58).
Aquí tenemos a Jesús haciendo referencia a un incidente que pasó en Éxodo 3:10-15 dónde Moisés estuvo frente a la presencia de Dios en la zarza ardiendo. Moisés preguntó a Dios por Su nombre, “Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: “YO SOY me ha enviado a vosotros…Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación.’” En Juan 8:58 Jesús declaró ser el “Yo Soy,” El Mismo Dios que sacó a Moisés e Israel de Egipto.
En Mateo 25, Jesús declaró que Él regresará al final del mundo y será el juez de TODO hombre:
31 Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de su gloria;
32 y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
Para que a un hombre no entre en el cielo en los últimos días, lo único que se necesita es que Jesús diga, “Jamás os conocí.”
“Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICÁIS LA INIQUIDAD.” (Mateo 7:23).
En Juan 10:30-33, Jesús dijo,
“Yo y el Padre somos uno. [En el griego, “uno” está en neutro–no una persona, o uno en pensamiento, más bien uno en esencia y naturaleza]. Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les dijo: Os he mostrado muchas obras buenas que son del Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis? Los judíos le contestaron: No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.”
Juan 1:1-3; 14 dice:
“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho…. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.”
Juan 1:18:
“Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer.”
Marcos 14:61, 62:
“Mas Él callaba y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote, diciéndole: ¿Eres tú el Cristo (el Mesías), el Hijo del Bendito (el Hijo de Dios)? Jesús dijo: Yo soy; y veréis al HIJO DEL HOMBRE SENTADO A LA DIESTRA DEL PODER y VINIENDO CON LAS NUBES DEL CIELO”.
Mateo 20:28:
“así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”.
Marcos 2:5, 10, 11:
“Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonado’… Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados: A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”
Es por esto que el apóstol Pablo podía decir. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31).
2. Hemos de entender y estar dispuestos a admitir que el pecado nos ha separado de Dios y no permite que Le conozcamos, ni que podemos relacionarnos con Él.
Romanos 3:23: “por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.”
Romanos 3:10: “como está escrito: NO HAY JUSTO, NI AUN UNO.”
Isaías 53:6:“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino.”
Romanos 6:23: “porque la paga del pecado es muerte” [separación espiritual de Dios ahora y por siempre].
La Biblia dice que no importa quienes somos, nadie se puede comparar con Dios, nadie puede hacerlo—esto es, nadie puede ser aceptado por Dios y ser admitido en el cielo en base a su buena manera de vivir.
Veamos que tanto hemos fallado para poder medirnos a lo que Dios requiere. Imagínate a tres personas que vayan por un lado del Gran Cañón de Colorado siendo perseguidos por un león montañés furioso. Una persona dice, “Tendremos que saltar, no tenemos otra elección.” El problema es; que el otro lado está a un kilómetro y medio de distancia. La primera persona corre tan rápido como puede y salta unos 3 metros y cae en el precipicio y muere. La segunda persona lo intenta con mayor ímpetu y salta casi 5 metros, pero todavía le resta mucho para atravesar al otro lado del cañón, así pues, él también cae y muere. La tercera persona es un saltador olímpico, él corre y salta más lejos que los otros dos, pero aun así, no logra alcanzar el otro lado. De las tres personas, aunque dos saltaron más que el primero, ninguno logro acercarse al otro lado. La Biblia dice que “todos han pecado y están separados de la gloria de Dios”
3. ¿Qué tan bueno debo ser para entrar al cielo?
Jesús dijo,
“Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 5:20).
Los hebreos sabían que los fariseos y los maestros de la Ley se esforzaban en mantener 500 leyes para agradar a Dios. Las personas comunes y corrientes sabían que ellos nunca podrían guardar todas esas leyes. En realidad, tampoco los fariseos y los maestros de la Ley podían hacerlo. Pero Jesús dijo a todos que “si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.
Unos versículos más tarde, Jesús fue más allá y dijo, “sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5:48). En otras palabras, si no eres perfecto como Dios, ni se te cruce por la mente que puedes ser admitido en el cielo. (Si crees que has vivido una vida perfecta, pregúntaselo a tu conyugue, o un miembro de tu familia, y ¡veras!). ¿Crees que has vivido un vida perfecta? Nadie lo ha hecho.
4. Cuando mueras, la Biblia dice que serás juzgado por Dios.
“Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio, [nada de reencarnación o extinción]” (Hebreos 9:27).
Cuando estés frente a Dios, ¿Qué es lo que Él estará evaluando de ti?
“porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los que cumplen la ley, ésos serán justificados.” (Romanos 2:13).
A lo mejor seas una persona que hayas ido a la iglesia toda tu vida y has escuchado leer y predicar la Biblia. Pero, la Biblia no dice que aquellos que han escuchado la Ley serán justificados frente a Dios, más bien, los justificados son aquellos que la han obedecido. ¿Has obedecido la Ley de Dios siempre?
5. Si vamos a ser juzgados de acuerdo a cómo hemos obedecido la Ley de Dios, ¿qué tal lo llevas?
Cuando Dios dio los Diez Mandamientos, Él dijo, “No os haréis otros dioses delante de Mi” (Éxodo 20:3). Tu podrás decir, “¡Yo no soy un idolatra!” pero cualquier cosa que pongas delate de Dios, viene a ser tu dios. A lo mejor hayas puesto por delante de Dios la fama, los deportes, las drogas, el dinero, prestigio, o tu trabajo. Si es así, has quebrantado esta Ley.
Dios dijo, “No mataras” (Éxodo 20:13). Y tú has de decir, “yo no he matado”. Pero Jesús dijo, si odias a alguien en tu corazón, has quebrantado la Ley. ¿Cuándo fue la última vez que dijiste a una persona, “te odio”?
Dios dijo, “No darás falso testimonio” (Éxodo 20:16). Todo lo que decimos es verdad o falso—no existe lo que se llama mentira “piadosa” ¿has mentido hoy día? ¿Cuántas mentiras habrás dicho la semana pasada, el último mes, en toda tu vida?
Dios dijo, “No codiciarás” (Éxodo 20:17). El codiciar es un intenso deseo de tener lo que otra persona tiene, sólo porque él/ella lo tiene y tu no. ¿Acaso no te molesta cuando otra persona recibe una promoción, elogio, una mejor nota, tiene una mejor casa, un mejor automóvil? Si lo has hecho has quebrantado esta ley.
Y que acerca de esto: “Y Él le dijo: AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE. Este es el grande y el primer mandamiento.” ¿Has quebrantado este mandamiento? Nadie ha llegado a amar a Dios con todo su corazón, alma, y mente en todo momento de su vida, si es así, de acuerdo a Jesús, has quebrantado el más grande mandamiento de todos.
Es por eso que el apóstol Pablo concluye:
“porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él” (Romanos 3:20).
6. Una forma errónea de pensar: “Muy bien, he cometido muchos pecados, pero ya luego lo arreglare de alguna manera“.”
Ray Pritchard, en su libro, Una Ancla Para el Alma, nos cuenta de una historia humorosa que describe nuestra situación frente a Dios.
Imagínate que un hombre rico, bien vestido se acerca a San Pedro en la entrada al cielo. Él toca el timbre y Pedro dice, “¿Sí, en qué le puedo ayudar?
El hombre dice, “me gustaría entrar al cielo”.
Pedro dice, “Excelente, siempre nos gusta tener más gente en el cielo. Todo lo que necesitas para entrar es ganar 1,000 puntos.”
El hombre dijo, “Eso no es ningún problema, he sido una buena persona toda mi vida. He sido parte de muchos actos cívicos; he dado mucho dinero a las obras de caridad, y he sido presidente de la Asociación Atlética Cristiana para Jóvenes (YMCA)”.
Pedro anota todas estas cosas y dice, “tiene un currículo estupendo, veamos, eso equivale a un punto”.
Con una mirada de temor en su rostro, el hombre dice, “¡espere un momento!” Hay más. Estuve casado con mi esposa por 45 años y siempre fui fiel. Tuvimos cinco hijos—tres varones y dos hembras. Siempre les ame y me asegure que tuvieran una buena educación. Cuidé de ellos y todos salieron muy bien. Fui un buen hombre de familia”.
San Pedro dijo, “Estoy muy sorprendido con su vida. No recibimos a muchas personas como usted por aquí. Eso le dará otro punto”.
El hombre estaba sudando y nervioso. Él dijo, “Pedro, no parece que entienda. Yo era un miembro activo de mi iglesia. Fui a la iglesia todos los domingos, además, di dinero todas las veces que pasaban el plato de las ofrendas. Fui un diacono, cante en el coro, y también enseñe una clase bíblica de Escuela Dominical”.
San Pedro dijo, “Se currículo es de verdad admirable. Eso equivale a un punto más. Veamos, sumemos los puntos que tiene, esto es uno, dos, tres puntos. Bien, sólo necesita 997 puntos más”.
Sorprendido y atemorizado, el hombre cae de rodillas y en desesperación dice, “¡¡Por la gracias de Dios, nadie puede entrar aquí!!”.
Pedro le mira, sonríe y dice, “¡Bien dicho! Sólo la gracia de Dios vale 1,000 puntos”.
Muchas personas piensan que la manera en que sus pecados son perdonados y entrar al cielo es ¡creer en Jesucristo más otras cosas! Piensan que si creen en Cristo y son bautizados, o si son miembros de una iglesia, hacen buenas obras, o toman de los sacramentos de su creencia en Jesús más sus buenas obras les serán suficiente para entrar al cielo. La Biblia condena totalmente este tipo de pensamiento:
“Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia” (Tito 3:5).
“porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él” (Romanos 3:20).
7. Si no hemos vivido una vida perfecta, si hemos quebrantado muchos de los diez mandamientos, ¿Cómo entonces podremos ser aceptados por Dios? ¿Bajo qué premisas Él nos permitiría entrar al Cielo?
Pero, ¿que si podemos estar frente a Dios y usar las credenciales de la vida de Jesús como credenciales para nuestra vida? Jesús vivió una vida perfecta. Él nunca pecó. Él dijo que siempre obedecería la voluntad de Su Padre. En verdad, si podemos estar ante la presencia de Dios y usar las credenciales de Jesús, Dios nos aceptará. Tan increíble como parezca, Dios ha proveído la justa vida de Jesucristo como un regalo que puede ser legalmente acreditado a nosotros, y también ha pagado todo el castigo por nuestros pecados. El Apóstol Pablo dice:
“Pero ahora, aparte de la ley [aparte de que nosotros guardemos la Ley], la justicia de Dios ha sido manifestada, [una justicia que necesitamos y que no tenemos] atestiguada por la ley y los profetas; es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen;” (Romanos 3:21,22).
¿Entiendes lo que esto dice? ¿Cómo tú o yo podemos llegar a ser perfectos como Dios para poder entrar al Cielo?
Él lo hizo al hacer dos cosas. Él proveyó un Substituto para pagar el castigo por todos nuestros pecados, y aún más, provee la justicia que necesitamos como regalo, el momento en que creemos en Cristo.
El substituto que Dios proveyó para pagar nuestros pecados fue Jesús.
“Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu;” (1 Pedro 3:18).
Jesús fue el “Justo”. Cuando el murió, Él pagó por nuestros pecados de injusticia—esto es los tuyos y los míos, y traernos a Dios. Cada pensamiento pecaminoso, toda mala palabra, toda obra avariciosa, todos tus pecados y los míos fueron levados y legalmente puestos en la cuenta de Cristo. Y Él llevó todo el castigo por lo que nosotros habíamos hacho.
“Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él. (2 Corintios 5:21).
Fíjate bien que hay una trasferencia legal, una acreditación de nuestros pecados a Cristo. Jesús no conoció pecado—esto es, Él nunca cometió ni un pecado. También, Él murió para que podamos ser acreditados la justicia de Dios “en Él”. Aquí Pablo dice, Dios hizo posible que el perfecto testimonio de la vida de Jesús sea acreditado a nosotros, aunque seamos pecadores.
“Mas Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. Él castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el SEÑOR hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros.” (Isaías 53:5,6)
8. Una pregunta: ¿Cómo Dios acredita la justicia de Cristo a pecadores?
Respuesta: La justicia perfecta proveída por Dios Mismo te será dada en el momento que pongas tu fe en Cristo.
“mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”. (Romanos 4:5).
Nota, Dios justifica al impío o pecador que deposita su fe en Cristo.
“es decir, la justicia de Dios es por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción;” (Romanos 3:22).
9. Pregunta: Esto suena muy bueno para ser verdad. ¿Quieres decir que no tengo que hacer nada? ¿Sólo tengo que poner mi confianza en Cristo y creer que Él me salvará, perdonará y me dará vida eterna?
Respuesta: Si, de acuerdo a Efesios 2:8-9
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
La gracia es el favor inmerecido de Dios dada a los pecadores quienes no la merecen.
10. Pregunta: ¿Por qué Dios proveyó tal regalo para mí?
Respuesta: La Biblia dice que aún antes de que nacieras, Dios te amo y quiso tener una relación personal contigo. Así pues, Él lo hizo posible para que tú Lo conocieras.
“Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8).
“Porque la paga del pecado es muerte, [separación espiritual de Dios] pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
“según nos escogió en Él [Dios] antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4).
Dios quiere darte su regalo de salvación. No lo puedes ganar, sólo puedes aceptarlo o rechazarlo.
Por ejemplo, si una chica tiene un novio y él viene a su puerta con una caja de chocolates, que si él dijera, “Me gustaría darte este caja de chocolates como un regalo si sales y lavas mi automóvil”. Todos sabemos que si la chica lava el automóvil, entonces los chocolates no serían un regalo—ella se los habría ganado. Un regalo es algo que alguien da sin que tu tengas que hacer nada. Dios dice que Él da el regalo de vida eterna aquellos que reciban Su regalo—lo que Cristo de antemano ha hecho por ti.
11. Dios sólo ha proveído un solo camino para la salvación, no muchos caminos.
Existe sólo un camino para recibir el perdón de tus pecados y el regalo de vida eterna.
Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
“Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
“Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).
“Ahora os hago saber, hermanos, el evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis, en el cual también estáis firmes,
“por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os prediqué, a no ser que hayáis creído en vano. Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que
“Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras…” (1 Corintios 15:1-4).
“Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema” (Gálatas 1:9).
12. Pregunta: ¿Cómo puedo Recibir a Cristo en mi vida?
Respuesta: Recibimos a Cristo en nuestra vida por medio de una invitación personal.
[Jesús dice]: “’He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20).
“porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERÁ SALVO” (Romanos 10:13).
Nota que la Biblia dice que Jesús está tocando a la puerta de tu corazón. Él es lo suficientemente poderoso para entrar a la fuerza—pero no lo hace. Él no quiere forzar Su entrada a tu corazón. Si tú lo deseas, debes de abrirle la puerta de tu vida. Lo puedes hacer orando [clamando] a Él y decirle que Le quieres recibir por fe por todo lo que hizo.
13. Debemos de Creer en Cristo.
“Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.” (Hechos 16:31).
“Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final.” (Juan 6:40).
“Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que Él ha enviado.” (Juan 6:29).
“Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,” (Romanos 5:1).
14. Pregunta: ¿Necesito mucha fe para recibir a Cristo? ¿Qué si siento que no tengo suficiente fe?
Respuesta: Cuando te das cuenta que no es la cantidad de fe la que salva—más bien es, ¿en quién pones tu fe? La pregunta que se debe de hacer es: “¿Es el Salvador lo suficientemente poderoso y confiable para salvarme cuando se lo pida?”
Imagínate un edificio de dos plantas que se está incendiando. Y tú estás en el piso de arriba. El fuego viene de abajo y no hay forma de escapar. Corres hacia una ventana y ves el camión de los bomberos que va llegando, cinco bomberos salen y colocan una gran red. Ellos ven hacia arriba y te dicen, “¡salta!”
Tu primer pensamiento es, “¡Esto no puede ser! Estoy muy arriba para saltar”.
Pero el bombero dice, “¿Acaso no tienes fe? Nosotros te atraparemos”.
¿Qué pasa? No es que tengas mucha fe, pero con temor y temblor saltas. Como resultado, los bomberos te atrapan. No es tu fe la que te salvó, fueron los bomberos. Pero ellos no podían salvarte sin antes que tú saltaras.
Ahora, cambiemos la historia un poco. Imagínate otra persona que este sobre el techo del edificio, y el fuego está llegando hasta donde él se encuentra. Este hombre ve a los bomberos. Y por el contrarío a ti, él tiene mucha fe, él salta confiadamente del techo, sólo para descubrir que lo bomberos no tienen la red puesta todavía; ¿Cuánto de su fe le salvará ahora? Tienes que asegurarte que abajo hay bomberos sosteniendo la red, o tu fe no te salvará.
Con respecto a la salvación, no se trata de cuánta fe tienes o qué tan sincero eres, todo depende en el objeto de tu fe. ¿Has puesto tu fe en un Salvador real? No es tu fe la que te salva. Es Jesús quien te salva. Todo lo que tienes que hacer es dar un paso y ponerte en Sus manos.
Entre más creamos que Cristo hizo todo lo necesario para proveer nuestra salvación, lo más grande nuestra seguridad será cuando coloquemos nuestra confianza en Él. Podemos comenzar con poca fe (Cristo dijo que la fe del tamaño de una semilla de mostaza es todo lo que se necesita), pero has de saber que con el tiempo tu fe crecerá. Pero ya sea que nuestra fe sea poca o mucha, debe de ser dirigida solamente hacia Cristo, pues Dios acepta sólo aquellos que aceptan a Su Hijo.
15. ¿Cuál es la fe que salva?
Jesús dijo:
“En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida ” (Juan 5:24).
“Por tanto, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm buscando a Jesús” (Juan 6:40).
R. T. Kendall describe lo que es una fe que salva:
“Somos salvos porque somos persuadidos que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Dios-hombre, y que Él pago por nuestra deuda por su sangre derramada en la cruz…Si no somos persuadidos que Cristo pagó nuestra deuda, no puede haber seguridad de una fe que salva, y por lo tanto no hay seguridad de salvación
16. ¿Qué es una fe que no salva?
Creer en Jesús no sólo es aceptar los hechos acerca de Él: que Él es Dios, que Él te amo, que Él murió en la cruz y pagó por tus pecados, y está dispuesto para perdonarte. Una creencia verdadera es cuando tú traspasas tu confianza a Jesús para que te salve personalmente. El conocimiento acerca de los hechos de la vida de Jesús, muerte y resurrección por nosotros no es suficiente. Yo puedo creer que dos más dos son cuatro y no tener un compromiso personal o dependencia en nadie por creer esos hechos.
Nicodemo, uno de los principales entre los judíos, vino a Jesús de noche (esto se describe en Juan 3). Él creía que Jesús era un maestro procedente de Dios—pero esto no era suficiente para que Nicodemo tuviera una fe que le salvara. Él todavía necesitaba poner su confianza en Cristo para su salvación. Él tenía que creer en Él.
En Hechos 26, el apóstol Pablo se encuentra bajo juicio ante el Rey Agripa, el Rey Agripa aparentemente también había creído muchos factores acerca de la vida de Jesús, pero aun así no era salvo. Pablo dijo, “Rey Agripa, ¿crees en los profetas? Yo sé que crees.” (Hechos 26:27). Pero el Rey Agripa no tenía una fe que salva, más tarde él le dijo a Pablo “En poco tiempo me persuadirás a que me haga cristiano.” (Hechos 26:28).
Creer en el sentido bíblico incluye confianza. Confianza en Cristo no es simplemente creer en hechos acerca de Cristo, más bien, es depositar toda tu confianza personalmente en Cristo.
Por ejemplo, he dado conferencias en las Cataratas del Niágara muchas veces. Y me contaron de un famoso trapecista que cruzaba las cataratas desde la parte del Canadá a los Estados Unidos. Frente a una audiencia maravillada, el subía a uno de los cables y pasaba a través de las Cataratas. Luego él colocó un barril en el cable, lo lleno de unas 225 libras de arena y llevó este barril en el cable. Cuando regreso, él dijo a los que estaban mirando, “¿Cuántos de ustedes creen que puedo llevar a una persona, ponerla en el barril y con toda seguridad pasarlo al otro lado de las cataratas y volver con él?”
Todos en la muchedumbre dijeron, “¡Sí!, creemos que puedes hacerlo”.
Pero luego él dijo, “Muy bien, ¿Quién quiere ser el primero?”
Lo ves, una cosa es decir que crees y otra cosa es confiar personalmente en Cristo. Una fe que salva toma lugar cuando estás dispuesto a ponerte en las manos de Cristo y totalmente confiar en Él con respecto a tus pecados y tu destino eterno.
17. Puedes recibir a Cristo ahora mismo por fe a medio de una oración (Orar es hablar con Dios).
Dios conoce nuestro corazón y no está muy interesado en nuestras palabras como Lo está con la actitud de nuestro corazón. La siguiente oración es sólo una recomendación. Puedes orar tu propia oración, no es la oración, poner tus manos en alto, o caminar hacia el altar en una iglesia lo que te salva. Es la actitud de tu corazón confiando en Cristo para que te salve.
“Señor Jesús, reconozco que soy pecador. Admito que no me puedo salvar a mí mismo. Gracias por morir en la cruz y ser quien llevó mi pecado. Creo que moriste por mí y recibo tu sacrificio a mi favor. A ser posible, deposito toda mi confianza de mí y de cualquier cosa que pueda hacer, en Ti. Abro la puerta de mi vida a ti y por fe Te recibo como mi Salvador y Señor. Gracias por perdonar mis pecados y darme vida eterna. Amén”.
18. ¿Cómo puedes saber que Cristo está en tu vida?
“’He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. (Apocalipsis 3:20).
De acuerdo a este versículo, Cristo dijo que si alguien lo invita a entrar en su vida, Él entrará y estará con él. El apóstol Pablo Juan escribió:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna (1 Juan 5:13).
Si has confiado en Cristo y has creído en Él, las Escrituras dicen que Dios quiere que conozcas—no que supongas—que tienes vida eterna.
“porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO” (Romanos 10:13).
El prometió salvación a todo aquel que clama y confía en Cristo.
“Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre,” (Juan 1:12).
Si Cristo está en tu vida, has de saber que Él nunca te desamparara. En Hebreos 13:5, leemos:
“porque Él mismo ha dicho: NUNCA TE DEJARÉ NI TE DESAMPARARÉ”
Con respecto a estas palabras, a lo mejor Dios te ha hablado o pedido que pongas tu confianza en Cristo. Si así es, ve directamente a Dios ahora mismo. Acepta a Cristo como Aquel que murió por ti para salvarte. Clama al Señor y recibe de Él lo que tú no puedes proveer por ti mismo. Dios envió a Su Hijo a morir por ti para que puedas ser perdonado y conocerle personalmente. Él está muy interesado en esto, así pues, con confidencia, habla con Él. Admite que eres pecador, dile que crees que Cristo murió por ti y estás dispuesto a que te salve ahora mismo. Dile que estas depositando toda tu confianza en Él de ahora en adelante.
“Cree en el Señor Jesucristo,
y serás salvo”.
(Hechos 16:31)
¿Harías esta oración hoy mismo?
“Señor Jesús, reconozco que soy pecador. Admito que no me puedo salvar a mí mismo. Gracias por morir en la cruz y ser quien llevó mi pecado. Creo que moriste por mí y recibo tu sacrificio a mi favor. A ser posible, deposito toda mi confianza de mí y de cualquier cosa que pueda hacer, en Ti. Abro la puerta de mi vida a ti y por fe Te recibo como mi Salvador y Señor. Gracias por perdonar mis pecados y darme vida eterna. Amén”.
He hecho esta oración y tengo algunas preguntas.
Tu nombre (requerido)
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